NERUDA Y LOS
CREPÚSCULOS
Hoy me gustaría hablar de uno de los momentos del día que
más interesante me parece. Es un corto periodo de tiempo que tiene un “algo”
especial, una especie de magia en el sentido más benigno del término. Estoy
refiriéndome al crepúsculo. Aunque todos
sabemos qué es el crepúsculo creo que no sabemos lo suficiente de él. Para
empezar, y aunque hemos dado por sabido de qué estamos hablando, vamos a
definirlo y en esta ocasión me quedo con la definición que hace la Real Academia Española de la Lengua
porque me parece de una gran belleza. Según esta el crepúsculo es la “claridad
que hay desde que raya el día hasta que sale el Sol, y desde que este se pone
hasta que es de noche”. Bien, creo que el asunto está claro y todos entendemos
a que momentos del día nos estamos refiriendo, y fijaos bien que he dicho
momentos porque solemos tender a asociar el crepúsculo únicamente con la puesta del Sol.
Antes he dicho que no sabemos lo suficiente de él y es
porque suele pasarnos desapercibido el hecho de que no hay un único crepúsculo,
dos mejor dicho: el matutino y el vespertino, sino que cada uno de ellos está
subdividido en varios crepúsculos. Dicho sea de paso el gran poeta Don Pablo
Neruda ya sintió una gran atracción y fascinación por los crepúsculos que le
llevó a escribir su primer libro bajo el título de “Crepusculario” nada más y
nada menos que a la corta edad de 16 años. Si bien es cierto que a lo largo del
libro de poemas nos regala varios crepúsculos su objetivo no es diferenciarlos
desde el punto de vista que aquí pretendemos. No obstante recomiendo su lectura
para ligar una vez más la ciencia con las letras aunque a mi entender estas no
están separadas de ninguna de las maneras.
Volvamos pues al objetivo de esta entrada. La sucesión de
claridad seguida de oscuridad que configura los días se debe, como no, a la
rotación terrestre. Es decir al movimiento propio de nuestro planeta en torno a
un eje imaginario Norte-Sur que hace que diariamente el Sol “aparezca” por el este para “desaparecer” por el oeste. El
entrecomillado hace referencia a que no es el Sol el que aparece sino que es la
Tierra la que rota hasta que volvemos a ver el Sol que previamente habíamos
dejado de ver por el mismo motivo. Bueno bien, ¿y que tiene esto que ver con
los distintos crepúsculos? Como hemos dicho el crepúsculo es aquel momento
desde que el Sol se pone hasta que se hace de noche y de igual manera por la
mañana, es decir desde que empieza la claridad hasta que sale el Sol. Bien,
pues cuando analizamos esto más profundamente vemos que el asunto se complica
un poco y será esto lo que nos de los distintos tipos de crepúsculos de los que
venimos hablando. Vayamos pues…
Para simplificar la explicación vamos a hacer referencia en
todo momento únicamente al crepúsculo vespertino dando por hecho que en el
matutino ocurre lo mismo. El crepúsculo comienza pues en el momento en el que
el Sol se esconde tras el horizonte, esto que
a priori no encierra más misterio vamos a ver como tiene más miga de la que parece. Cuando el Sol ya ha cruzado la línea
del horizonte, es decir en el momento en que
ya no deberíamos verlo aún lo seguimos haciendo de manera que parece que aún no ha
desaparecido tras el horizonte. ¿Por qué ocurre esto? Los rayos de Sol en su
camino hacia nuestro planeta tienen que atravesar la atmósfera terrestre y esta
actúa como si fuera una gran lente haciendo que los rayos solares se curven de
tal manera que podamos verlos cuando el Sol ya se ha escondido tras el
horizonte. Pasados unos instantes el sol se oculta por fin tras el horizonte,
es decir la puesta de Sol ya ha concluido, pero como habréis podido comprobar
en más de una ocasión todavía no reina la oscuridad. Y esto es debido a que el
Sol sigue alumbrando las capas superiores de la atmósfera. Es ese momento en el
que si miramos al cielo hacia el este lo veremos mucho más oscuro que hacia el
oeste (punto por el cual el Sol se ha puesto) donde este último todavía
conserva unos colores que produce esos maravillosos crepúsculos que todos hemos podido disfrutar en más de
una ocasión y que tanto inspiran a los poetas. A esta fase del crepúsculo se le
denomina crepúsculo civil y finaliza cuando el Sol desciende hasta 6 grados por
debajo del horizonte. Cuando el Sol traspasa este límite de los 6 grados ya no
ilumina las capas superiores de la atmósfera pero aún no reina la oscuridad
total debido a que un poco de luz aún sigue difundiéndose por la atmósfera. En
esta fase del crepúsculo empiezan a verse las primeras estrellas (lógicamente dependerá
de múltiples factores como la contaminación lumínica entre otros) y lo que es
más importante en el mar seremos capaces de poder distinguir aún la línea del
horizonte motivo por el cual esta fase del crepúsculo se denomina crepúsculo
náutico y terminará cuando el Sol haya descendido hasta 12 grados por debajo
del horizonte. A partir de este momento y hasta que el Sol descienda hasta los
18 grados habremos entrado en el crepúsculo astronómico, transcurrido el cual
ya reinará la oscuridad y los astrónomos podrán dedicarse a realizar sus
observaciones sin que se vean estas afectadas por la luz solar. Se verán
afectadas por otras muchas luces provenientes de la contaminación lumínica pero
eso ya es otro cantar. De igual manera el crepúsculo matutino se subdivide en
los mismos tres tipos de crepúsculos, a saber: el crepúsculo astronómico (desde
-18 grados hasta – 12 grados), el crepúsculo náutico (-12 grados hasta -6
grados) y por último el crepúsculo civil (-6 grados hasta que empezamos a ver
el Sol).
Como habéis podido comprobar esto de los crepúsculos
encierra más misterio del que parecía lo cual no es impedimento para que
podamos disfrutar de ellos sin conocer todo esto, pero si lo sabemos siempre será mejor. Será un añadido que hará,
a mi modo de ver, que gocemos más de cualquier fenómeno natural siendo
consciente de la explicación científica que se esconde detrás. Siempre que
combino la observación de cualquier fenómeno con su explicación científica
tiendo a recordar el reproche que le hacia el poeta Keats a Newton acusándole
de haber despojado al arco iris de toda su belleza al haber explicado que
“simplemente” se trata de la descomposición de la luz al atravesar un prisma. A
lo que responde el grandísimo Richard Dawkins en su libro “Destejiendo el arco
iris” que “el descubrimiento de los mecanismos que rigen los fenómenos
naturales no sólo no destruye su poesía sino que la ensalza, revelándonos
aspectos sorprendentes que de ninguna otra
manera podríamos apreciar o imaginar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario